Filosofía del coaching:

Demasiadas personas adoptan la filosofía de Popeye de que “soy lo que soy”. Tienen una historia en la cabeza: “estoy programado de cierta manera y no puedo cambiar”. Existe un debate académico en curso sobre si las personas pueden cambiar su personalidad. No me interesa mucho eso. Mi enfoque siempre ha sido cambiar el comportamiento. ¿Puede cambiar el comportamiento de las personas? Absolutamente. Puede ayudarlas a cambiar su mentalidad y brindarles habilidades para cambiar su comportamiento, siempre que sientan que hay algo en juego. La única ocasión en que esto no puede ser así es cuando se trata de una patología psicológica. Pero la mayoría de las personas pueden cambiar el comportamiento con un entrenamiento eficaz y el proceso adecuado.

El mayor desafío para los coaches ejecutivos:

Los desafíos más difíciles que he experimentado se centran en tratar de convencer a las personas poco asertivas para que se vuelvan más poderosas. Literalmente, hay que ayudarlas a cambiar su visión del mundo para que crean que es seguro volverse más asertivas. Es mucho más fácil convencer a los tipos agresivos. Las personas poco asertivas tienen miedo de ser auténticas, lo que da veracidad al viejo adagio de coaching de que siempre es más fácil convencer a las personas que despertar a los muertos.

El mayor desafío para quienes se autoentrenan:

Su disposición a ser vulnerables y permitir que otros les brinden retroalimentación. Esto requiere la capacidad de despersonalizar la retroalimentación y la habilidad de permanecer centrados en la Intención. Cuando tratas la retroalimentación como un regalo en lugar de una amenaza, abres la posibilidad de lograr avances personales.

Tu desafío de autoentrenamiento más difícil:

Cada vez que recibo comentarios, puedo escuchar activamente y estar presente con alguien sin que mi historia de “TDAH” se active, lo que me impulsa a seguir adelante, si no físicamente, al menos mentalmente. Las personas más cercanas a mí saben que tienen absoluta licencia para decirme cuando no estoy prestando atención.

La retroalimentación eficaz es dinámica. No se trata de que la gente te dé su opinión, se siente en la tribuna para observar si aplicas la fórmula y luego te califique. Son miembros de tu equipo técnico y están en el juego contigo. Saben que tienen un interés en el resultado; no se quedan sentados al margen y juzgan si lo haces bien o no. Están en el campo junto a ti, brindándote retroalimentación e incluso alentándote.

Tu mayor satisfacción como entrenador:

Ver a alguien manifestar la intención que se ha propuesto. Ofrezco retroalimentación de mi parte y de otras personas; hablamos sobre la intención de cambiar y creamos un plan para hacerlo; empezamos a ver el impacto positivo del cambio. Para mí, ¡eso es lo máximo! Sucede a menudo. Hace unos meses, hablé con un cliente sobre lo que tenía que hacer para mejorar su rendimiento. El momento de la verdad llegó cuando se enfrentó a 100 ejecutivos en una sala. Se mostró seguro, franco y pidió retroalimentación sin ponerse a la defensiva. Cuando me miró desde el otro lado de la sala, le hice un gesto con el pulgar hacia arriba. Fue profundamente gratificante.